martes, 25 de septiembre de 2007

Nuevo Comunicado Sindicato Trabajadores El Siglo

A los dueños de la empresa les pedimos consecuencia

Los trabajadores del Semanario El Siglo, organizados en este sindicato, anunciamos muy a nuestro pesar que, el lunes 24 de septiembre, votamos la huelga legal ante la persistente negativa de la empresa a conversar con nosotros. Los trabajadores de El Siglo, la mayoría de larga data en este medio de comunicación, lamentamos que este proceso de negociación colectiva, al que fuimos impulsados por la arrogancia de los dueños de la empresa Editorial Siglo XXI, haya llegado a este punto de inflexión. Varios hemos compartido como compañeros leales en riesgosos episodios de lucha contra la dictadura, con los mismos que hoy, en su calidad de patrones, nos niegan la palabra, nos hostigan laboralmente, nos despiden, nos trasladan de lugar de trabajo sin aviso previo y nos mandan hacinados a una sala aún sin habilitar para cumplir nuestras funciones. Todo esto, en vísperas de votar la huelga. Actitudes que identificamos como propias del peor empresariado nacional.

Lo que estamos pidiendo simplemente es que se respeten nuestros derechos como trabajadores, considerando además que aportamos con años de carencias y sacrificios a este que fuera un proyecto compartido de construcción y fortalecimiento de nuestra prensa.

La mayoría de nosotros no cuenta con contrato laboral. Sólo dos integrantes de nuestro sindicato tienen contrato indefinido y les imponen por el salario mínimo. Otros, aceptaron como favor a la empresa, firmar un contrato (ficticio) a honorarios hace un par de años, cuando la empresa corría el riesgo de ser multada por diversas infracciones a las leyes laborales. De esos mismos contratos se vale ahora la empresa para intentar despedir, sin ninguna compensación, a dos de los más antiguos trabajadores de nuestro medio.

Es sabido, y aceptado por nosotros en su momento, que nuestros sueldos son bajos. Quien más gana recibe $280.000, con más de 17 años de experiencia y cumpliendo cargos de responsabilidad, mientras que el editor internacional apenas alcanza un sueldo de $130.000.

Con nuestros sueldos, como es imaginable, sólo se puede vivir al día. No tenemos capacidad de ahorro, y la mayoría de nosotros tiene lagunas previsionales que superan la década.

A comienzos de los noventa aceptamos estas condiciones concientemente, porque estábamos ayudando a construir la prensa de izquierda y difundiendo los problemas sociales y laborales que vivimos los trabajadores, aunque incluso en ese primer período tuvimos contrato de trabajo bajo otra razón social. Pero las condiciones fueron cambiando paulatinamente, hasta que nos vimos obligados a organizarnos como gremio debido a las decisiones unilaterales que emprendió la dirección del medio, que contemplaron el despido de tres de nuestros compañeros, la amenaza de despido contra otros tres y el posterior menoscabo y maltrato hacia quienes continuamos cumpliendo nuestras funciones, llegando al momento actual en que nos encontramos hacinados y aislados en una oficina de la Fundación Gladys Marín, sin teléfono, ni conexión a internet y marginados por el director Francisco Herreros, y la subdirectora, Dolores Cautivo, de la producción del medio.

Hoy martes solicitamos los buenos oficios de la Dirección del Trabajo, intentando una vez más, que sea el diálogo entre la empresa y nosotros, el camino que ponga fin a un conflicto que nunca debió existir y que a nuestro juicio se vio alentado por la soberbia y terquedad de la empresa, propia de los mismos sectores dominantes que marginan y excluyen a los más desprotegidos, aquellos sectores que denunciamos semanalmente desde nuestras páginas ante nuestro pueblo.

Llamamos a nuestros lectores y compañeros a materializar el apoyo que nos han manifestado, difundiendo los comunicados que hemos enviado y aclarando las tergiversaciones que sobre nuestras demandas se han difundido.

A los dueños de la empresa les pedimos un mínimo de consecuencia que impida que sigan haciendo más daño al Semanario El Siglo y a los ideales que dicen representar.

Por el Sindicato de Trabajadores de Editorial Siglo XXI (Semanario El Siglo)

Julio Oliva García, Presidente.

Raúl Blanchet Muñoz, Secretario.

Ana Muga Sáez, Comisión Negociadora.

Jorge Texier Avellaira

Magdalena Muñoz Gutiérrez

Eliana Gómez Sáez

Jorge Zúñiga San Martín

Santiago 25 de septiembre 2007

Acoso laboral contra socios del sindicato en El Siglo





Los trabajadores del semanario El Siglo pertenecientes al sindicato, fueron trasladados el lunes 24 de septiembre una reducida oficina en la Fundación Gladys Marín, donde no realizan actividad productiva alguna debido a que no se les asignan labores y tampoco tienen las condiciones materiales para cumplir su cometido profesional.
Las fotografías muestran el contraste entre lo que eran sus estaciones de trabajo antes del traslado y después de éste.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Sombras sobre El Siglo

Extrañas sombras cubren la vida laboral de los periodistas que por más de diez años hemos trabajado en la producción del semanario El siglo. Desde hace poco más de dos años las cosas cambiaron abrutamente y no para mejor. Un proyecto que se desarrollaba basado en la labor colectiva, pasó a ser unipersonal tras el cambio de director del medio. Nombrar un nuevo director era y es prerrogativa de los propietarios de la empresa, como también cambiar las reglas del juego. Hasta el arribo del nuevo director, el periodista Francisco Herreros, la deficiente administración de todo el proyecto jamás había realizado un balance real de su movimiento comercial. Esto se hizo por primera vez a comienzos de 2007, o sea, más de un año después del aterrizaje de Herreros, que se suponía venía a corregir las deficiencias en la gestión general y aumentar las ventas del periódico, que según su información, estaban por el suelo.
El balance realizado con suma tardanza, demostró que el periódico no registraba déficit, sino un gran desorden. Sin embargo las dificultades económicas fueron esgrimidas como argumento para justificar el despido de personal. Los trabajadores fuimos advertidos por voces amigas, de que todos seríamos despedidos. Frente a ello organizamos nuestro sindicato, con el propósito de negociar el pago de indemnizaciones medianamente justas o al menos no humillantes. La empresa reaccionó con extrema virulencia y sobervia. Se empeñó en desconocer nuestra organización sidnical e incluso nuestra calidad de trabajadores dependientes y efectuó los reparos legales respectivos ante la Dirección del Trabajo. Allí negó que Julio Oliva, presidente del sindicato, no era trabajador dependiente de la empresa, sino una persona que prestaba servicios a honorarios, en circunstancias que hatrabajado 17 años consecutivos en el semanario.
Otro tanto sucedió con el periodista Cristián Pavez, despedido sin indemnización alguna, al que se le obligó literalmente, a recurrir a los tribunales del Trabajo para obtener lo que establece la ley.

A estas alturas las contradicciones entre lo que se dice y se hace por parte de los dueños del semanario, resultan evidentes. Es inaudito vulnerar derechos esenciales de un grupo de trabajadores, cuando por otra parte se declara defender a los trabajadores en general.

El tema se va tornando cada vez más complejo y de alcances más profundos, por cuanto ciertamente es un problema político. Es y será un problema político actuar en forma injusta bajo cualquier pretexto. Es un problema político cuando se apela al compromiso militante que algunos de los trabajadores de El Siglo tenemos, para no esperar que al menos algunos derechos como trabajadores sean reconocidos y respetados. Es un problema político exigir que por lealtad a una organización, un grupo de trabajadores renuncie a sus derechos como tales. Es un probelma político amenazar con sanciones políticas a trabajadores que aspiran se les indemnice mínimamente al ser despedidos. Es un problema moral adjudicar los resultados de una mala gestión a los trabajadores y no a a los responsables de realizarla.