sábado, 22 de septiembre de 2007

Sombras sobre El Siglo

Extrañas sombras cubren la vida laboral de los periodistas que por más de diez años hemos trabajado en la producción del semanario El siglo. Desde hace poco más de dos años las cosas cambiaron abrutamente y no para mejor. Un proyecto que se desarrollaba basado en la labor colectiva, pasó a ser unipersonal tras el cambio de director del medio. Nombrar un nuevo director era y es prerrogativa de los propietarios de la empresa, como también cambiar las reglas del juego. Hasta el arribo del nuevo director, el periodista Francisco Herreros, la deficiente administración de todo el proyecto jamás había realizado un balance real de su movimiento comercial. Esto se hizo por primera vez a comienzos de 2007, o sea, más de un año después del aterrizaje de Herreros, que se suponía venía a corregir las deficiencias en la gestión general y aumentar las ventas del periódico, que según su información, estaban por el suelo.
El balance realizado con suma tardanza, demostró que el periódico no registraba déficit, sino un gran desorden. Sin embargo las dificultades económicas fueron esgrimidas como argumento para justificar el despido de personal. Los trabajadores fuimos advertidos por voces amigas, de que todos seríamos despedidos. Frente a ello organizamos nuestro sindicato, con el propósito de negociar el pago de indemnizaciones medianamente justas o al menos no humillantes. La empresa reaccionó con extrema virulencia y sobervia. Se empeñó en desconocer nuestra organización sidnical e incluso nuestra calidad de trabajadores dependientes y efectuó los reparos legales respectivos ante la Dirección del Trabajo. Allí negó que Julio Oliva, presidente del sindicato, no era trabajador dependiente de la empresa, sino una persona que prestaba servicios a honorarios, en circunstancias que hatrabajado 17 años consecutivos en el semanario.
Otro tanto sucedió con el periodista Cristián Pavez, despedido sin indemnización alguna, al que se le obligó literalmente, a recurrir a los tribunales del Trabajo para obtener lo que establece la ley.

A estas alturas las contradicciones entre lo que se dice y se hace por parte de los dueños del semanario, resultan evidentes. Es inaudito vulnerar derechos esenciales de un grupo de trabajadores, cuando por otra parte se declara defender a los trabajadores en general.

El tema se va tornando cada vez más complejo y de alcances más profundos, por cuanto ciertamente es un problema político. Es y será un problema político actuar en forma injusta bajo cualquier pretexto. Es un problema político cuando se apela al compromiso militante que algunos de los trabajadores de El Siglo tenemos, para no esperar que al menos algunos derechos como trabajadores sean reconocidos y respetados. Es un problema político exigir que por lealtad a una organización, un grupo de trabajadores renuncie a sus derechos como tales. Es un probelma político amenazar con sanciones políticas a trabajadores que aspiran se les indemnice mínimamente al ser despedidos. Es un problema moral adjudicar los resultados de una mala gestión a los trabajadores y no a a los responsables de realizarla.

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