jueves, 20 de diciembre de 2007

El Siglo: Empresa intenta dividir al Sindicato


Cuando la huelga legal de los trabajadores del Semanario El Siglo cumple 80 días (20/12/2007), representantes de la empresa Editorial Siglo XXI iniciaron una ofensiva con la intención de romper el movimiento y a la organización sindical.

Asumiendo la estrategia de dividir para reinar, el gerente subrogante (René Amigo) y el director (Francisco Herreros) le ofrecieron al fotógrafo Jorge Zúñiga la posibilidad de reintegrarse al trabajo sin represalias, cancelándole los tres meses de sueldo impago, bajo el pretexto de que este conflicto no tiene salida pronta pues tendría un trasfondo político, al cual los dirigentes Julio Oliva y Raúl Blanchet les habrían arrastrado como forma de “hacerle un gallito a la dirección del PC”.

La iniciativa comprendería el llamar uno por uno a quienes ellos consideran “engañados” para hacerles claridad y ofrecerles el mismo trato, es decir el reintegro sin represalias en las mismas condiciones en que se encontraban antes del inicio del conflicto. Esto, obviamente, dejando fuera de la lista a Raúl Blanchet, Julio Oliva y Jorge Texier, a quien ya se intentó separar del sindicato ofreciéndole otro tipo de salida.

Sin embargo, el sindicato y los trabajadores en conflicto continúan unidos en torno al conflicto, señalando que este se resuelve como un todo y recordando la propuesta rechazada por la empresa de cerrar los juicios laborales, las fiscalizaciones y procesos de la Dirección del Trabajo, a cambio de 18 millones de pesos a repartir entre 8 personas. A esto la empresa había contestado con una cifra máxima de 13 millones y el desconocimiento de la real antigüedad de Blanchet, Texier y Oliva, a quienes solamente les querían pagar cuatro años de indemnización.

Al cumplir 80 días en huelga, los periodistas y trabajadores de El Siglo ya han publicado dos números del boletín sindical “El Siglo en Huelga”, que ha contado con una muy buena recepción en los ámbitos sindicales, de derechos humanos y sociales, como también en el entorno político de la izquierda. Desde el lunes 17 de diciembre, además, se encuentran desarrollando sus labores en una sede sindical, entregada por la Confederación General de Trabajadores, en Alonso Ovalle 1535, oficina 3, a metros de San Ignacio, lugar en el que comenzarán a desarrollar talleres de periodismo popular, asesorías comunicacionales y elaboración de revistas y boletines sociales y sindicales.

Este sábado 22, en Lord Cochrane 165, sede del Sindicato BHIF, los trabajadores en huelga harán una fiesta (La Fiesta del Aguinaldo) para reunir fondos que les permitan continuar con su movimiento, hoy en etapa de pelea judicial y con una victoria doble anotada en la Corte de Apelaciones –que rechazó sendos recursos presentados por la empresa al estilo de los de CODECLO-, y reunirse con quienes han estado solidarizando durante esta larga huelga legal.

jueves, 6 de diciembre de 2007

Trabajadores entran en el tercer mes de paralización

El Siglo: Huelga comienza nueva etapa

Al comenzar el tercer mes de huelga legal, los trabajadores del semanario El Siglo emprendemos una nueva etapa en la lucha por reivindicar nuestro derecho a contar con un contrato de acuerdo a las mínimas conquistas logradas por el movimiento sindical del país. Un contrato que asegure un salario reajustado de acuerdo al IPC de los últimos seis años -período durante el que se nos ha mantenido un mismo sueldo-, contrato que asegure la existencia de condiciones materiales básicas para el desarrollo de nuestras labores y las mínimas medidas previsionales dispuestas por la ley.

En caso que la empresa persista en no dar cumplimiento a estas exigencias legales, esperamos que se nos desvincule y cancele a lo menos un mes por año de servicio, también según dispone la ley.

Insistimos en que los argumentos respecto a los malos resultados económicos de la empresa no son de nuestra responsabilidad. Nosotros no administramos y jamás intervenimos en los infructuosos intentos de gestión sostenidos durante 17 años por los responsables de su dirección. No tenemos por qué ser tributarios de la incapacidad e incompetencia de quienes debieron responder hace tiempo por los malos resultados.

La empresa sostiene un comportamiento hostil, una campaña de descalificaciones y difamación constante de nuestro sindicato y sus dirigentes, pero por sobre todo, no nos reconoce como sus trabajadores y tampoco a nuestra organización sindical. Todo ello apoyado con una campaña de calumnias y el uso desmesurado de la mentira. Toda la fundamentación divulgada por la empresa y su directorio para sostener la posición que adoptó, se basa en falsedades que por su dimensión cuesta poner en duda. Sin embargo, la mentira ha sido y es la base de toda la argumentación de Editorial Siglo XXI y sus responsables.

El periódico se siguió imprimiendo con rompehuelgas. Ahora la empresa ya puede contratar legalmente al personal que nos reemplace.

Por nuestra parte, la ley nos faculta para solicitar la clausura de la empresa, pero no recurriremos a este derecho, no emplearemos esta medida, que aún cuando nos parece legítima, nos resulta demasiado fuerte y no significaría nada ante la irracionalidad de un directorio que ha hecho históricamente la vista gorda con toda clase de deformaciones y vicios administrativos, sin importar el éxito o fracaso del proyecto El Siglo, comportamiento que mantiene hoy. En cambio sería un golpe para quienes albergan la esperanza de que podamos superar este conflicto mediante el uso de la razón.

Desde nuestro piquete en Diagonal Paraguay nos trasladamos a la salida del Metro Baquedano, luego de que la empresa abandonara completamente nuestra antigua oficina y la elaboración de El Siglo se comenzara a realizar en Vicuña Mackenna 31, pero al sobrepasar ya los dos meses en huelga hemos decidido poner nuestros oficios profesionales nuevamente al servicio de los trabajadores y del pueblo editando, por ahora, un boletín del sindicato que ponga en las manos de muchos la información que se calla en todos los demás medios de comunicación. Esta es la respuesta que, creemos, mejor muestra nuestra disposición a seguir contribuyendo en la misma línea de ideales que por muchos años mantuvimos en nuestro trabajo periodístico: un medio amplio, pluralista y con la clara perspectiva de ayudar en la creación de una alternativa que luche por cambios profundos para nuestro país.

Por lo mismo, desde ahora nuestro piquete se dedicará a salidas de distribución de este boletín –que será entregado a cambio de una adhesión voluntaria de $ 500-, para ayudar a resistir el período complejo que se nos viene, con fiestas de fin de año incluidas, en el cual seguramente cumpliremos tres meses sin recibir nuestro sueldo producto de la tozudez de los dueños de Editorial Siglo XXI que se han negado rotundamente a concordar una salida a este conflicto laboral.


Esperando encontrarles en las calles y las luchas cotidianas, les saludan fraternalmente los integrantes del Sindicato de Trabajadores de El Siglo.

Julio Oliva García, Presidente.

Raúl Blanchet Muñoz, Secretario.

Ana Muga Sáez, Comisión Negociadora.

Jorge Texier Avellaira

Magdalena Muñoz Gutiérrez

Eliana Gómez Sáez

Jorge Zúñiga San Martín

Sindicato de Trabajadores de Editorial Siglo XXI

(Semanario El Siglo – RSU 13.01.3098)

6 de diciembre de 2007

jueves, 29 de noviembre de 2007

El Siglo: Huelga se acerca a los dos meses


Comunicado del sindicato de trabajadores del semanario El Siglo


Empezamos nuestra novena semana de huelga siempre convencidos de la justeza de nuestras demandas.

Pedimos que se nos haga un contrato colectivo, pues hasta ahora sólo dos trabajadoras cuentan con contrato indefinido, según lo establecido por la ley. Demandamos que se reajuste nuestros sueldos que permanecen invariables desde 2001, en un 30 %. Condiciones físicas de trabajo adecuadas. Un bono compensatorio por años trabajados sin pago de imposiciones.

Pedimos que, si no se nos responde satisfactoriamente nuestra propuesta de contrato colectivo, pactemos nuestra desvinculación de la empresa y se nos cancele un mes por cada año trabajado.

Esta novena semana de huelga deja atrás los intentos realizados durante 29 días para lograr un acuerdo con la empresa, esfuerzo que no prosperó. Durante este período de diálogo nos abstuvimos de efectuar denuncias públicas y judiciales respecto de los ataques y una sostenida campaña de difamación en nuestra contra. Durante esos 29 días, suspendimos una serie de actividades agitativas y de solidaridad con nuestra huelga.

Lo hicimos convencidos de que era posible encontrar una salida al conflicto.

Presentamos responsablemente una petición de $ 20.000.000 (veinte millones de pesos), pagaderos en dos cuotas, para repartir entre ocho personas de acuerdo a los años de servicio, incluidos dos de los trabajadores despedidos que mantienen juicios en contra de la empresa. Se nos ofreció $ 11.000.000. En una segunda ronda bajamos a $ 18.000.000 y ofrecimos se nos pagara en tres cuotas. Se nos ofreció $ 13.000.000. Finalmente bajamos a $ 17.500.000, pagaderos en cuatro cuotas, pero la empresa mantuvo los $ 13.000.000 a los que agregó los sueldos de octubre, que beneficiarían a seis de los huelguistas, con lo que llegó a $ 14.420.000 pagaderos en cuatro cuotas, con la condición de que la primera cuota se pagaría una vez que estuvieran retiradas todas las demandas judiciales y las acciones ante la Inspección del Trabajo. Pero además propuso negociar los finiquitos individualmente y detalló los montos a pagar a cada trabajador, desconociendo en muchos casos –especialmente con los dirigentes sindicales- la antigüedad de cada uno, lo que resultó inaceptable para todos nosotros.

Ante el reducido avance de la negociación en el curso de un mes dedicado a ella, la falta de aproximación entre los montos pedidos y ofrecidos y el carácter de rendición total e incondicional que se nos pretendió imponer en la última oferta, pusimos fin a las conversaciones y tomamos el camino de intensificar las iniciativas en busca de respaldo a nuestra huelga y demandas.

Nuestro semanario El Siglo se ha seguido publicando semanalmente con personal de reemplazo. En otras palabras, rompehuelgas. Los plazos legales permiten a la empresa contratar ahora a estos últimos. El directorio de la empresa manifestó que tenía el deber moral de impedir que El Siglo dejara de circular y por tanto asegurar su publicación normalmente. Más allá del compromiso político del directorio con el semanario, publicarlo con rompehuelgas es una práctica antisindical.

Iniciamos una etapa más difícil y dura. Los efectos de la paralización repercuten en que no contemos con nuestros sueldos y su correspondiente impacto en nuestros hogares. Por ello se hace urgente la solidaridad más amplia con nuestra huelga, que es en la actualidad la más extensa en todo el país. Requerimos de todo el apoyo posible que nos puedan brindar el movimiento sindical, los pobladores, los estudiantes y todos aquellos que han visto reflejados en nuestro trabajo sus problemas, sueños y luchas.

Agradecemos a quienes nos han hecho entrega de su ayuda solidaria durante estos dos meses. A quienes fueron a entregarnos recursos al lugar en que manteníamos la huelga. A quienes nos han enviado ayuda desde el extranjero. A los vecinos que nos acogieron en Diagonal Paraguay 458, lugar que la empresa abandonó por completo, lo que nos obligó a trasladar nuestro piquete a la salida del Metro Baquedano (entre 17:00 y 20:00 horas).

Por nuestra parte, no claudicaremos. Sostendremos nuestra huelga legal hasta obtener una salida justa, más convencidos que nunca de que esta batalla, aunque pequeña en el concierto de las grandes luchas sindicales, encierra un significado ético y moral que alcanza a todas las luchas sociales del país.

Por el Sindicato de Trabajadores de Editorial Siglo XXI
(Semanario El Siglo. RSU 13.01.3098)

Julio Oliva García, Presidente.

Raúl Blanchet Muñoz, Secretario.

Ana Muga Sáez, Comisión Negociadora.

Jorge Texier Avellaira

Magdalena Muñoz Gutiérrez

Eliana Gómez Sáez

Jorge Zúñiga San Martín

viernes, 23 de noviembre de 2007

Saludo solidario de Patricio Cuadra

Solidaridad con huelga de compañeros trabajadores de El Siglo

Estimado compañero:
Reciba usted un caluroso y cordial abrazo, el que tiene por objeto solidarizar con ustedes en la lucha sindical que mantienen, en busca de la razón de la sinrazón en que se ha convertido la administración empresarial de un medio que, se supone, es de los trabajadores, por los trabajadores y para los trabajadores.
Demás está decirle que mi perro Horacio lanza sus más fieras dentelladas contra aquellos que fueron capaces de convertir un colectivo periodístico, es decir, ese gran cañón de largo alcance al servicio de las grandes mayorías, en una olla de grillos mucho más cercana a las reglas del modelo neoliberal-concertraicionista, que a los verdaderos intereses de quien dice representar.
Aprovecho la oportunidad para solicitar a usted visite y difunda la página http://perrohoracio.blogspot donde mi perro, cada quince días, opina sobre algún acontecimiento de la actualidad.

Fraternalmente lo saluda y también al compañero Blanchet y a la compañera Ana Muga,


Patricio Cuadra V.

Fracasa intento de diálogo y la huelga continúa en El Siglo



Al cumplirse un mes del conflicto, el sindicato de trabajadores de El Siglo intentó romper el hielo en que se encontraban las relaciones con la empresa dueña del periódico entregando una propuesta de salida, la que en síntesis planteaba la salida de todos los trabajadores a cambio de una modesta indemnización -20 millones de pesos a repartir entre ocho personas- y con ello poner fin a todas las causas depositadas en tribunales laborales y las denuncias realizadas ante la Inspección Provincial del Trabajo.
Sin embargo, tras largos días de espera donde solamente los trabajadores respetaron una tregua tácita pues desde El Siglo se continuó atacándoles, la respuesta de los dueños del periódico fue nefasta: 11 millones de pesos, un poco más de la mitad de lo solicitado. Continuando las gestiones, los trabajadores estuvieron dispuestos incluso a una rebaja cercana al 15% en su petición, pero la empresa respondió con dos millones más e intentó dividir a los trabajadores señalando cantidades personalizadas, en las cuales los más afectados eran los dirigentes del sindicato, el presidente Julio Oliva y el secretario Raúl Blanchet, a quienes se les pretendía reconocer solo cuatro de su ya largos años de trabajo en el periódico. Otro de los más afectados era el editor internacional, Jorge Texier, a quien se le otorga el trato de "colaborador externo" pese a que su pauta y sus horarios dependen de la dirección del medio y elabora tres o cuatro páginas semanalmente.
La última respuesta de la empresa, entregada a pocos días del término de la Cumbre de los Pueblos, fue rechazada por los trabajadores ante la evidente intención de desarticular el movimiento huelguístico y a la organización sindical, la que aun no es reconocida legalmentepor la empresa. Mientras diseñan los pasos a seguir, los trabajadores continúan la huelga con acciones diversas en las mañanas y su instalación en la esquina de Vicuña Mackenna con Alameda, entre 17:00 y 20:00 horas, a pasos de la sede central del Partido Comunista, donde desde algún tiempo se realiza la elaboración de El Siglo con periodistas que, no estando contratados por Editorial Siglo XXI, se han prestado para servir como verdaderos rompehuelgas en contra de sus colegas.

Declaración pública: 52 días de huelga

Hoy, jueves 22 de noviembre, cumplimos 52 días de huelga, manteniendo desde hace semanas, la poco honrosa categoría (para nuestros empleadores) de ser la huelga más larga en el país.

52 días en que hemos recibido la solidaridad de un sinnúmero de personas y organizaciones, tanto sociales, sindicales como políticas, muchas de ellas con diferencias ideológicas, pero unidas en el criterio irrestricto de la defensa de los derechos de los trabajadores, sin excepciones, y de lo impresentable que resulta para quienes nos identificamos con la historia del movimiento sindical chileno, el que no se nos reconozca nuestro derecho a sindicalizarnos ni a negociar colectivamente.

Han sido días de resistencia, en el que hemos recibido el mismo trato que en cualquier empresa: no hay reconocimiento a nuestro sindicato ni a la negociación colectiva que presentamos; nuestros dirigentes han sido víctimas de despido (aunque reintegrados por orden de la Dirección del Trabajo); todos los miembros del sindicato fuimos relegados a una habitación alejada de la producción; nuestras demandas han sido tergiversadas; se nos ha denostado públicamente utilizando páginas y páginas de nuestro semanario y se han hecho circular peligrosas acusaciones contra el presidente de nuestro sindicato.

Se nos ha acusado de querer hacerle daño al partido. Una y otra vez hemos repetido que los que le hacen daño no somos nosotros. De hecho, le planteamos al directorio una salida a este conflicto, pero la empresa respondió con una contrapropuesta insultante.

Es por ello que cumplimos estos casi dos meses de huelga con la decisión, aún más inamovible, de no cejar en la defensa de nuestros derechos. La empresa, como cualquier otra, está apostado a nuestro agotamiento y a que nuestros bajos sueldos (con los cuales vivíamos al día, como la mayoría de los trabajadores), no nos permitirían resistir mucho tiempo, pero hasta el momento, la solidaridad de clase ha estado de nuestro lado y sabemos que seguiremos contando con ella, porque estamos concientes que nuestra pelea es justa y desenmascara los dobleces.

Exigimos que quienes hablan de los derechos de los trabajadores, actúen en consecuencia.

Exigimos que exista coherencia entre el discurso y la práctica.

Por el Sindicato de Trabajadores de Editorial Siglo XXI R.S.U. 13.01.3098 (Semanario El Siglo)

Julio Oliva García, Presidente.

Raúl Blanchet Muñoz, Secretario.

Ana Muga Sáez, Comisión Negociadora.

Jorge Texier Avellaira

Magdalena Muñoz Gutiérrez

Eliana Gómez Sáez

Jorge Zúñiga San Martín


Contactos:

Julio Oliva G. (Presidente)

09 5893617
Ana Muga Sáez
Periodista
9.0859133

jueves, 15 de noviembre de 2007

Siete semanas en huelga legal

13 de noviembre de 2007


Cumplido el día 43 de nuestra huelga legal, seguimos recibiendo el saludo solidario de muchos compañeros. Una de estas palabras de apoyo tomó la forma de un pedazo de historia de nuestro semanario en los años de dictadura.
Reenviamos este texto por las lecciones que ofrece y agradecemos profundamente al compañero que nos lo envió. Con la historia de este amigo, queremos agradecer a todos aquellos que siguen dándonos voces de aliento en esta pelea que sabemos absolutamente justa y necesaria.


"La pequeña imprenta del la Calle Caliche 806, cayó presa un día de septiembre del año 1986. Antes, una tarde de invierno, alguien avisó que justo en la puerta cerrada del taller había estacionada un enorme bus verde musgo de la cual descendían, sincrónicos y marciales, una cantidad infinita de pacos armados hasta las amígdalas. Paren las máquinas dijo el Guatón, cagamos. Los minutos de ese momento fueron interminables, como interminables los pacos de las Fuerzas Especiales bajando del bus y formándose frente a la puerta del tallercito. S, que se atrevía a monitorear las evoluciones policiales por un hoyo en la puerta, no movía un músculo. Qué decir al segundo siguiente de derribada la puerta? Nos rendimos, no disparen, estamos desarmados? S levantó una mano como para decir un momento. Sudábamos en silencio. La mano alzada de S comenzó a moverse de un modo que bien podía interpretarse como adiós, calmados o esperen. T dijo quememos todo. Un sabio palmetazo a la altura de la nuca fue la respuesta a la estúpida sugerencia. S levantó la cabeza y le dijo al Guatón, parece que no vienen para acá. Se hizo un silencio que preguntaba qué onda. Nadie espera tanto antes de lanzarse al asalto de una imprenta clandestina como esa. En realidad, iban atacar por la retaguardia los estudiantes del Tecnológico de la Universidad Técnica que estaban protestando. Nos salvamos.

Clandestinamente se hacía El Siglo, pero era una imprenta en toda la línea, con patente, facturas, tarjetas de visitas y una vendedora a la que todos queríamos comernos. La había fundado el Mono G, M. P. y J. C. muchos años antes. Cada una de las veces que quebró, no faltó la mano amiga que la rescató de deudas y acreedores e hizo nuevamente el milagro de mover unas máquinas veteranas. Entre papelería de todo tipo, se imprimió, durante largos años, todo cuanto estaba prohibido. Ahí se hicieron los primeros panfletos de lo que sería conocido pronto como FPMR, para la propaganda armada en el tren al sur, a la altura de la María Caro. Había que imprimir El Siglo de la manera más económica y eso generaba la necesidad de conseguir insumos gráficos sin delatar lo que se hacía. Lo del papel resultaba fácil porque muchas veces se compró papel robado. La novedad vino de la mano con un invento perfecto: las planchas para la impresión offset se podían grabar al sol y revelar en el baño, lo que evitaba salir a los comercios del rubro, arriesgando los originales y todo lo que implicaba. Pensábamos que los niños del cité vecino que jugaban cerca de la improvisada cámara insoladora no sabrían nunca qué es lo que poníamos debajo de un vidrio y aplastábamos con dos ladrillos recogidos de la calle. Pero siempre supieron y siempre callaron.

Había otra garantía: hacer las planchas offset nos permitía la herejía de corregir en los originales aquello que no nos gustaba o respecto de lo cual no compartíamos políticamente. Sólo por llevar la contra, a veces cambiábamos el eterno mono que llevaba el interior, un bosque de banderas que marchaba en una dirección, poniéndolos en dirección opuesta. La impresión y encuadernación del diario, era relativamente simple: bastaba encerrarse un par de días. A menos, claro está, que fallara el maestro, el ayudante, el encuadernador, el jefe de taller o todos juntos. Esta última posibilidad fue las mas frecuente. Los días viernes, días de pago, la cosa no podía terminar ahí y probablemente nos fuéramos los Puchos Lacios para rematar en el topless El Infierno, a sugerencia de un infaltable de muchos viernes: M. P. Una vez después de tomarnos un jarro doblero de bajativo, caímos nuevamente a El Infierno. No más llegar, en un dos por tres trepé el escenario y en otro dos por tres estaba en medio de la calle Diez De Julio, aventado por los guardias que no quisieron creer que la bailarina en topless era una prima que no veía hace mucho. Desperté en Puente Alto, sin saber dónde estaba, sin rastros del suple y con sed. En esas oportunidades nos atrasábamos con el diario, pero daba lo mismo porque el equipo de distribución era mucho más lento que la imprenta. Alguna vez también distribuimos el Siglo, lo que era, a todas luces, una irresponsabilidad que violaba el mínimo abc de la conspiración.

Guatón, con su hija nuevecita en los brazos de su mujer en la función de copiloto, manejaba su furgón Suzuki por Departamental, estado de sitio en curso, cuando un grupo de pacos listo para el asalto final, le hace señas de detenerse. En la parte delantera X con su guagua en brazos, en la trasera cajas plataneras llenas de El Siglo. El milagro de la tierna maternidad aligeró el ceño fruncido de las fuerzas del orden y se pudo entregar el diario en la panadería que hacía de buzón. No recuerdo si era la compañera dueña de casa o su hija, la que nos alborotaba bastante por su físico voluptuoso y su cara bonita. La vez que más susto pasamos fue cuando repartíamos el diario en una Citroneta. Por las mañas propias de este vehículo quedamos en panne sin poder arrancar hasta que se acercó, silencioso, un furgón de pacos, con chalecos antibalas reglamentarios y uzis con bala pasada. Le explicamos que llevábamos artículos de greda y que el sudor de la frente y de todo lo demás, era por el esfuerzo para hacer arrancar la citro, que no era primera vez y que alguna vez la quemaríamos por inservible. El sargento, rubicundo y con cara de tener sed, hizo bajar al contingente y sin dejar sus uzis ni los chalecos nos empujaron hasta que el motor de la citro se le ocurrió partir. Pasamos el nerviosismo en el Chancho Viñatero con dos jarros de borgoña en frutilla y unos churrascos. Nadie que no conociera el staff de la imprenta Llareta podía saber que hacíamos impresos clandestinos. Y nadie que nos conociera podía comprenderlo. Más parecía una escuadra de poetas errantes, bohemios y alcohólicos que un equipo de trabajadores clandestinos con toda la disciplina que ese empeño requiere. Guatón había heredado la imprenta del L. G. También heredó a S.S., a R. T., al Súper Efe, y a Tomasito, alguna vez a Juanito Matamala, como part time, y por un tiempo, a mí mismo, después de haber trabajado parte de la dictadura en imprentas varias que hacían más o menos lo mismo, dejado la universidad y meterme en cuanto lío rondaba cerca. Era un equipo desordenado que más gustaba de tomar vino y declamar poesías que de reuniones políticas. Por entonces, como ya dijimos, era frecuente que los viernes termináramos gastando el miserable suple en alguna de las chicherías que teníamos mapeadas en toda la ciudad.

La Llareta, una planta que vive apegada en cuerpo y alma a algunas rocas en el desierto de atacama, vive con muy poco agua y es resistente a lo que sea. Así se llamó esta imprenta durante los diez años que vivió. El día en que cayó en manos del enemigo fue un viernes de septiembre, pasadas las fiestas del dieciocho. El sábado anterior, habíamos salido a las fondas con un ánimo de despedida que no supimos leer. Por entonces yo ya no trabajaba en la imprenta. Desde hacía bastante cumplía como secretario de algunos regionales clandestinos del sur.

Sería la semana anterior al dos y tres de julio de 1985, del que ya casi nadie habla, cuando en reunión de secretariado dicté el plan de Mensaje para esos días de protesta nacional al encargado de ese frente. Salimos de Los Cacharros, cerca de Labranza en Temuco, con la tareas algo claras para enfrentar los días que suponíamos decisivos. No hubo tal. La gente estaba en las calles y los milicos y los pacos también. Cuando la represión se retiró, sólo quedó la más grande protesta popular que habíamos visto hasta la fecha, lo que era mucho. Al otro día, el encargado de Mensaje me la suelta. El plan se le había quedado en un cuaderno en un colectivo temuquense. En el cuaderno iba además de su nombre verdadero, su dirección. Lo sacaron en calzoncillos de su cama dos días después y estuvo tres meses preso. Debí salir de la zona, contra la opinión del Jefe. Volví por mis cosas, un colchón y un televisor en blanco y negro, después de una semana. Al llegar a Santiago, llamé al Guatón para que me acompañara al terminal y retirar mi colchón y mi tele. Ven al taller y vamos, me dijo.

En Ahumada compré una Novela de Maigret. Al llegar al taller, leyendo a Simenón, entré inadvertidamente. Adentro había el entusiasmo, el humor negro y la garrafa de tinto de siempre. Vamos enseguida, me dijo el Guatón, pongo a imprimir estos panfletos y estamos. A esas alturas del estado de sitio por el intento de tiranicidio, se sabía que Llareta era la única imprenta que se atrevía a operar. El día anterior había llegado un médico siquiatra amigo para exigir, en sus palabras, que le imprimieran de inmediato El Asombro, el mejor pasquín que se vio en toda la dictadura, que no tuvo más de cuatro números, lamentablemente. Era una edición especial referida al atentado al dictador. Los familiares golpes en la puerta no hicieron sospechar nada. Sólo cuando vimos entrar la tromba de sujetos armados gritando como si estuvieran asaltando el Morro de Arica, nos hizo caer en cuenta que había llegado la CNI y que estábamos presos. Esta vez también el Guatón dijo cagamos, pero a diferencia de la oportunidad de los pacos, ahora era de verdad. De los siete trabajadores, contra toda suposición, sólo se levaron al Guatón y al nervioso autor de esta líneas, quien en una acto de desesperación casi indigno, dijo que venía entrando y que sólo había ido por el furgón, así que permiso que me voy. El que mandaba me dijo calmado cabro, ya veremos quien se va y quien se queda. Quien se queda? Después de encontrar los paquetes de El Asombro? Con el respeto que merece el diario, la verdad es que poco les importó encontrar El Siglo de esa quincena y rastros de otras muchas. Lo que les escoció de verdad fue El Asombro, del siquiatra. Fue por lo que el Guatón se llevó las primeras patadas, bofetadas, y golpes de todo tipo. La descripción que dio el Guatón del que habría llegado para que imprimieran el pasquín no se parecía al siquiatra que meses más tarde nos atendería en la Penitenciaría cuando por fin pudimos salir de la incomunicación.

Ahí dejó de funcionar por mucho tiempo la heroica imprenta Llareta. No fue el único taller que hizo El Siglo, pero fue. Por eso es tan curioso ver hoy a El Siglo en huelga. Me pregunto qué será de ese equipo que por tantos años hizo el ejercicio del miedo y del valor cada quincena, cada semana y todos los días. Y me respondo que de estar, estarían con ustedes. Es que la vocación de meterse en líos de aquellos camaradas, no se detenía en ningún tipo de cálculo, temores, ni reverencias." (Escrito por Ricardo Candia)

Sindicato de Trabajadores
Sociedad Editora, Impresora y Distribuidora de Publicaciones
Siglo XXI Ltda. (Semanario El Siglo)
R.S.U. 13.01.3098

sábado, 27 de octubre de 2007

Cantautor Francisco Villa Apoya a sindicato de El Siglo

Sindicato de Trabajadores de la Empresa

Sociedad Editora, Impresora y Distribuidora

de Publicaciones Siglo XXI Ltda. (El Siglo)

Fundado el 9 de marzo de 2007

R.S.U. 13.01.3098

http://elsiglosindicato.blogspot.com

El Sindicato de Trabajadores de la Editorial Siglo XXI Ltda. (El Siglo) cumple hoy viernes 26 de octubre su cuarta semana de huelga, apareciendo en el listado de las huelgas legales –regladas a través de la Dirección del Trabajo- como la de mayor duración en este minuto (25 días).

En estos momentos estamos a la espera de una pronta solución, mientras seguimos recibiendo apoyo y solidaridad de numerosos artistas, dirigentes sociales y sindicales, militantes de diversos partidos y movimientos de izquierda, como también de nuestros vecinos de años que han llegado con bebidas, naranjas, frutillas y otros aportes que ayudan a nuestra permanencia en las afueras de Diagonal Paraguay 458, que fuera nuestra oficina por mucho tiempo aunque hoy la empresa ha dado como nueva dirección comercial la de Carmen 340.

Entre las visitas se han contado la de los dirigentes del Partido Comunista Acción Proletaria, con Eduardo Artés a la cabeza, los dirigentes del Partido Humanista Fernando Ortiz y Efren Osorio, Alejandro Toro a nombre de Generación ’80, Guillermo Garrido de la Izquierda Cristiana, dirigentes y militantes del MPMR, los dirigentes sociales María Jesús Sanhueza y Lautaro Guanca, dirigentes sindicales de la CGT, CEPCH, Omicrom, ACHS, SINAMI, radios y periódicos populares como la Primero de Mayo de PAC, El Rebelde, Piquete en Huelga, Remolino Popular, Correo Semanal de Socialismo Revolucionario, Indymedia y otros, los periodistas Luis Klener, Irma Palominos, Roberto Solórzano y Andrés Figueroa, estudiantes de la carrera de Periodismo de la USACH, ARCIS y U. de Chile. También hemos recibido saludos internacionales como el del Comité Chili Amérique Latine y las Radio Contrastes y Nuestra América de Francia, Radio y TV Neruda de Suecia.

En espera de una pronta solución, les invitamos a compartir con nosotros el martes 30 de octubre, desde las 17:00 horas, la música y la solidaridad del cantautor nacional Francisco Villa, quien nos acompañará en esta ocasión.

Julio Oliva G., Presidente.

Raúl Blanchet M., Secretario.

Ana Muga S., Comisión Negociadora.

Jorge Texier A., Magdalena Muñoz G., Eliana Gómez S., Jorge Zúñiga SM.

Sindicato de Trabajadores de la Empresa Sociedad Editora, Impresora y Distribuidora de Publicaciones Siglo XXI Ltda. (El Siglo)

26 de Octubre de 2007

jueves, 4 de octubre de 2007

La empresa se negó a ser fiscalizada por la Dirección del Trabajo

Fiscalizadora fue impedida de realizar su labor y amedrentada por intento de verificar el empleo de rompehuelgas



El miércoles 3 de octubre, ante el inicio el día anterior de la huelga de los trabajadores del semanario El Siglo, la Inspección Provincial del Trabajo determinó fiscalizar el lugar donde se estaba elaborando el semanario con la presencia de personas no contratadas por la Editorial Siglo XXI en reemplazo de los huelguistas (cosa prohibida por ley).

La fiscalizadora, Sra. Nayadeth Zúñiga, acudió acompañada de los dirigentes sindicales Julio Oliva y Raúl Blanchet hasta Vicuña Mackenna 31, lugar donde se realizaba el trabajo de los rompehuelgas luego de que abandonarán las oficinas de Diagonal Paraguy y cambiaran la dirección comercial a Carmen 340, sitio utilizado solamente para "relegar" a los integrantes del Sindicato. Al llegar al lugar se encontraron en la puerta con la subdirectora del semanario Dolores Cautivo y su novio, Claudio Valenzuela, quienes ingresaban para cumplir con su labor de redacción y edición. Ninguno de ellos tiene contrato a través de la Editorial Siglo XXI, como tampoco lo tiene el director, Francisco Herreros, y los funcionarios de la oficina de prensa del Partido Comunista José Luis Córdova y Danae Prado Carmona, quienes también se encontraban en tareas de "Krumiros".

La fiscalizadora y los dirigentes fueron recibidos, en una oficina de la entrada, por los dirigentes comunistas Oscar Azócar -encargado de organización-, Soledad Concha -encargada de finanzas-, y Juan Gajardo -Encargado de Cuadros-, quienes negaron el ingreso de la funcionaria pública al primer piso del inmueble, alegando que allí no funcionaba ninguna empresa, y le hablaron de manera autoritaria y hasta amenazadora. Luego de diversos planteamientos, entre los que figuraban una supuesta campaña anticomunista tramada por los trabajadores de El Siglo y la Dirección del Trabajo (solo faltó la CIA), se negaron a firmar el acta levantada por la funcionaria, que actúa como ministro de fe. Mientras se realizaba la reunión salieron del edificio José Luis Córdova y Danae Prado, sin quedar en claro que estarían haciendo en el intertanto los otros rompehuelgas al interior.

De esta forma, nuevamente marcan hitos en la historia de la lucha por la defensa de los derechos de los trabajadores, pues en muy extrañas ocasiones se le prohibe el ingreso a un fiscalizador y, como lo hicieron anteriormente frente a la petición de los trabajadores de los Buenos Oficios de la Dirección del Trabajo, batieron record con la negación a presentarse a la mediación, cosa nunca antes vista en los Tribunales Laborales.

Con esto, siguen profundizando sus faltas a la legalidad vigente, que en derechos laborales sabemos escásamente favorable a los trabajadores, y acumulando millones de pesos en multas por la obsecada posición de no abrir diálogo con el sindicato.

Si El Siglo está en los kioskos el viernes 5 de octubre, y como no se trabajó en Diagonal Paraguay 458 ni Carmen 340, quedará en evidencia que el impedimento de ingresar a Vicuña Mackenna 31 estaba vinculado a la realidad de que allí se estaba efectivamente rompiendo la huelga legal de sus trabajadores.

Trabajadores de El Siglo iniciaron huelga legal


Declaración Pública

El sindicato de trabajadores de El Siglo, ha iniciado a contar de las 0 horas de hoy su huelga legal, aprobada el pasado 24 de septiembre, ante la persistente negativa de la empresa a negociar una salida al conflicto y las reiteradas prácticas antisindicales de que somos objeto.

La empresa se ha negado a buscar una salida y desconoce la legalidad de nuestra organización, al presidente de ésta y al 70% de nosotros como trabajadores dependientes de ella, a pesar de que llevamos en promedio 11 años en el periódico, aspectos todos que la Inspección del Trabajo ha sancionado a nuestro favor en sucesivas resoluciones.

Presentamos un proyecto de negociación colectiva, luego de que fueran despedidos tres de nuestros socios y ante la certeza de que la empresa se aprestaba a exonerar a todos los socios del sindicato, con el objeto de lograr un acuerdo sobre el pago de nuestras indemnizaciones.

Las demandas de nuestro petitorio obedecen a una realidad que nos afecta como trabajadores, en la que destaca el que nuestros sueldos se encuentren congelados desde el 2001, en circunstancias de que el IPC acumulado en estos seis años bordea el 30%.

Sin embargo, la empresa se ha negado a todo espacio de diálogo, incluido el que no se presentara a la citación de la Dirección del Trabajo, en la que el organismo ofrecía sus buenos oficios para mediar en busca de un acuerdo y así evitar la huelga, convirtiéndose en la primera vez en la historia de la Dirección del Trabajo que una empresa no concurre a esta citación obligatoria por ley.

Ante tal soberbia no nos quedó otro camino que recurrir a la huelga. Nos parece inaudito que los propietarios de la Sociedad Editora, Impresora y Distribuidora de Publicaciones Siglo XXI Ltda., adoptaran una posición más extrema que cualquier otra empresa del mercado, de aquellas que son denunciadas semanalmente desde las páginas de nuestro semanario.

Hacemos público que, la edición de esta semana de El Siglo, está siendo preparada por periodistas externos al periódico, dos de ellos pertenecientes al Departamento de Prensa del Partido Comunista, colegas a los que pedimos no cumplan el penoso rol de rompehuelgas al reemplazar nuestras labores una vez iniciada la huelga legal.

A partir de hoy, la paralización tiene carácter indefinido, hasta lograr un acuerdo adecuado con la empresa.

Hacemos un llamado a los dueños de la empresa a ser consecuentes y a concordar con nosotros una salida a este conflicto. Encontrarán en nosotros la disposición de siempre a dialogar y buscar acuerdo.

A nuestros lectores y amigos, solicitamos solidaridad activa para con nuestro movimiento.

Sindicato de Trabajadores Editorial Siglo XXI (Semanario El Siglo)

2 de octubre de 2007

martes, 25 de septiembre de 2007

Nuevo Comunicado Sindicato Trabajadores El Siglo

A los dueños de la empresa les pedimos consecuencia

Los trabajadores del Semanario El Siglo, organizados en este sindicato, anunciamos muy a nuestro pesar que, el lunes 24 de septiembre, votamos la huelga legal ante la persistente negativa de la empresa a conversar con nosotros. Los trabajadores de El Siglo, la mayoría de larga data en este medio de comunicación, lamentamos que este proceso de negociación colectiva, al que fuimos impulsados por la arrogancia de los dueños de la empresa Editorial Siglo XXI, haya llegado a este punto de inflexión. Varios hemos compartido como compañeros leales en riesgosos episodios de lucha contra la dictadura, con los mismos que hoy, en su calidad de patrones, nos niegan la palabra, nos hostigan laboralmente, nos despiden, nos trasladan de lugar de trabajo sin aviso previo y nos mandan hacinados a una sala aún sin habilitar para cumplir nuestras funciones. Todo esto, en vísperas de votar la huelga. Actitudes que identificamos como propias del peor empresariado nacional.

Lo que estamos pidiendo simplemente es que se respeten nuestros derechos como trabajadores, considerando además que aportamos con años de carencias y sacrificios a este que fuera un proyecto compartido de construcción y fortalecimiento de nuestra prensa.

La mayoría de nosotros no cuenta con contrato laboral. Sólo dos integrantes de nuestro sindicato tienen contrato indefinido y les imponen por el salario mínimo. Otros, aceptaron como favor a la empresa, firmar un contrato (ficticio) a honorarios hace un par de años, cuando la empresa corría el riesgo de ser multada por diversas infracciones a las leyes laborales. De esos mismos contratos se vale ahora la empresa para intentar despedir, sin ninguna compensación, a dos de los más antiguos trabajadores de nuestro medio.

Es sabido, y aceptado por nosotros en su momento, que nuestros sueldos son bajos. Quien más gana recibe $280.000, con más de 17 años de experiencia y cumpliendo cargos de responsabilidad, mientras que el editor internacional apenas alcanza un sueldo de $130.000.

Con nuestros sueldos, como es imaginable, sólo se puede vivir al día. No tenemos capacidad de ahorro, y la mayoría de nosotros tiene lagunas previsionales que superan la década.

A comienzos de los noventa aceptamos estas condiciones concientemente, porque estábamos ayudando a construir la prensa de izquierda y difundiendo los problemas sociales y laborales que vivimos los trabajadores, aunque incluso en ese primer período tuvimos contrato de trabajo bajo otra razón social. Pero las condiciones fueron cambiando paulatinamente, hasta que nos vimos obligados a organizarnos como gremio debido a las decisiones unilaterales que emprendió la dirección del medio, que contemplaron el despido de tres de nuestros compañeros, la amenaza de despido contra otros tres y el posterior menoscabo y maltrato hacia quienes continuamos cumpliendo nuestras funciones, llegando al momento actual en que nos encontramos hacinados y aislados en una oficina de la Fundación Gladys Marín, sin teléfono, ni conexión a internet y marginados por el director Francisco Herreros, y la subdirectora, Dolores Cautivo, de la producción del medio.

Hoy martes solicitamos los buenos oficios de la Dirección del Trabajo, intentando una vez más, que sea el diálogo entre la empresa y nosotros, el camino que ponga fin a un conflicto que nunca debió existir y que a nuestro juicio se vio alentado por la soberbia y terquedad de la empresa, propia de los mismos sectores dominantes que marginan y excluyen a los más desprotegidos, aquellos sectores que denunciamos semanalmente desde nuestras páginas ante nuestro pueblo.

Llamamos a nuestros lectores y compañeros a materializar el apoyo que nos han manifestado, difundiendo los comunicados que hemos enviado y aclarando las tergiversaciones que sobre nuestras demandas se han difundido.

A los dueños de la empresa les pedimos un mínimo de consecuencia que impida que sigan haciendo más daño al Semanario El Siglo y a los ideales que dicen representar.

Por el Sindicato de Trabajadores de Editorial Siglo XXI (Semanario El Siglo)

Julio Oliva García, Presidente.

Raúl Blanchet Muñoz, Secretario.

Ana Muga Sáez, Comisión Negociadora.

Jorge Texier Avellaira

Magdalena Muñoz Gutiérrez

Eliana Gómez Sáez

Jorge Zúñiga San Martín

Santiago 25 de septiembre 2007

Acoso laboral contra socios del sindicato en El Siglo





Los trabajadores del semanario El Siglo pertenecientes al sindicato, fueron trasladados el lunes 24 de septiembre una reducida oficina en la Fundación Gladys Marín, donde no realizan actividad productiva alguna debido a que no se les asignan labores y tampoco tienen las condiciones materiales para cumplir su cometido profesional.
Las fotografías muestran el contraste entre lo que eran sus estaciones de trabajo antes del traslado y después de éste.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Sombras sobre El Siglo

Extrañas sombras cubren la vida laboral de los periodistas que por más de diez años hemos trabajado en la producción del semanario El siglo. Desde hace poco más de dos años las cosas cambiaron abrutamente y no para mejor. Un proyecto que se desarrollaba basado en la labor colectiva, pasó a ser unipersonal tras el cambio de director del medio. Nombrar un nuevo director era y es prerrogativa de los propietarios de la empresa, como también cambiar las reglas del juego. Hasta el arribo del nuevo director, el periodista Francisco Herreros, la deficiente administración de todo el proyecto jamás había realizado un balance real de su movimiento comercial. Esto se hizo por primera vez a comienzos de 2007, o sea, más de un año después del aterrizaje de Herreros, que se suponía venía a corregir las deficiencias en la gestión general y aumentar las ventas del periódico, que según su información, estaban por el suelo.
El balance realizado con suma tardanza, demostró que el periódico no registraba déficit, sino un gran desorden. Sin embargo las dificultades económicas fueron esgrimidas como argumento para justificar el despido de personal. Los trabajadores fuimos advertidos por voces amigas, de que todos seríamos despedidos. Frente a ello organizamos nuestro sindicato, con el propósito de negociar el pago de indemnizaciones medianamente justas o al menos no humillantes. La empresa reaccionó con extrema virulencia y sobervia. Se empeñó en desconocer nuestra organización sidnical e incluso nuestra calidad de trabajadores dependientes y efectuó los reparos legales respectivos ante la Dirección del Trabajo. Allí negó que Julio Oliva, presidente del sindicato, no era trabajador dependiente de la empresa, sino una persona que prestaba servicios a honorarios, en circunstancias que hatrabajado 17 años consecutivos en el semanario.
Otro tanto sucedió con el periodista Cristián Pavez, despedido sin indemnización alguna, al que se le obligó literalmente, a recurrir a los tribunales del Trabajo para obtener lo que establece la ley.

A estas alturas las contradicciones entre lo que se dice y se hace por parte de los dueños del semanario, resultan evidentes. Es inaudito vulnerar derechos esenciales de un grupo de trabajadores, cuando por otra parte se declara defender a los trabajadores en general.

El tema se va tornando cada vez más complejo y de alcances más profundos, por cuanto ciertamente es un problema político. Es y será un problema político actuar en forma injusta bajo cualquier pretexto. Es un problema político cuando se apela al compromiso militante que algunos de los trabajadores de El Siglo tenemos, para no esperar que al menos algunos derechos como trabajadores sean reconocidos y respetados. Es un problema político exigir que por lealtad a una organización, un grupo de trabajadores renuncie a sus derechos como tales. Es un probelma político amenazar con sanciones políticas a trabajadores que aspiran se les indemnice mínimamente al ser despedidos. Es un problema moral adjudicar los resultados de una mala gestión a los trabajadores y no a a los responsables de realizarla.