227 días en huelga
Al enterar 227 días en huelga, cabe preguntarse para qué resistir tanto y dilatar una situación que nos causa innumerables problemas en todo orden de cosas. Plantearse que talvez hubiera sido mejor dar vuelta la página, olvidar que alguna vez trabajamos en El Siglo y buscar nuevos horizontes, o tomar aquellas ofertas laborales que se nos han formulado.
Ciertamente podría ser más fácil y cómodo, olvidar nuestras demandas, abandonar la contienda con la empresa y su dueño, la dirección del Partido Comunista, en el que militamos algunos de nosotros, y ahorrarnos toda clase de sin sabores.
Sin embargo, no podríamos más adelante hablar en defensa de los derechos de los trabajadores, por no haber sido capaces de defender los nuestros. Si abandonásemos esta pequeña gran batalla, difícilmente podríamos volver a levantar nuestra voz por los derechos de nadie. Y por cualquier derecho humano, sea económico, político o social. Incluso por el más sagrado, el derecho a la vida. Porque cuando se vulnera un derecho esencial, se violan todos. No podríamos sostener que defendemos el derecho a la vida y a libertad, si no defendemos el derecho a la justicia en cualquiera de sus dimensiones.
Abandonar esta contienda significaría aceptar el doble discurso de la empresa y sus dueños, para quienes –parafraseando a George Orwell- todos los trabajadores son iguales, pero hay unos más iguales que otros. Es lo que demuestran el discurso con que se refieren a los trabajadores subcontratistas de Codelco, por una parte, y lo que sostienen respecto a nuestro “seudo sindicato” por otra.
No podemos adoptar una flexibilización tal respecto a cuestiones de principio. Allá quienes abrazan el pragmatismo como fórmula de vida y acción políticas. Nosotros no podemos desandar el camino recorrido, porque conduce a la justicia. Es por lo que hemos luchado toda la vida. No podríamos renunciar a ello aún a riesgo de ser derrotados. No seríamos los primeros ni los últimos trabajadores en sufrir un revés, pero cuando se levanta el clamor de justicia respecto a derechos laborales esenciales, por quienes hemos vivido para conquistar un país justo y democrático, sólo resta resistir hasta las últimas energías. Más aún, cuando cientos de voces amigas nos alientan y otras tantas manos solidarias se extienden a nosotros entregándonos la fuerza requerida para seguir adelante.
Sabemos que recae sobre nosotros la mirada de mucha gente, dentro y fuera del país, especialmente de quienes nos apoyan. A ellos también debemos responder.
La contienda seguirá en los tribunales, por encima de lo que anunció triunfal la empresa y la dirección del partido. No está dicha aún la última palabra y la huelga – a pesar de algunos-, todavía continúa.